Cómo influyen las abolladuras en el rendimiento del vehículo

Entre los daños que puede sufrir un vehículo, las abolladuras en las que no se ha roto la pintura pueden parecer los menos importantes, pues en general no parecen requerir una respuesta tan inmediata como los problemas relacionados con la mecánica, la transmisión o la electricidad del vehículo. Al fin y al cabo, aunque se vea dañado, el vehículo sigue transportándonos adonde necesitamos ir.

Sin embargo, si observamos más detenidamente, las abolladuras pueden acarrear toda una serie de consecuencias indeseadas que hacen recomendable terminar con ellas lo antes posible. Los peores efectos de las abolladuras son, de hecho, económicos y estéticos:

  • El impacto sobre la estética del vehículo afecta directamente el valor residual del vehículo.
  • La existencia de abolladuras en el vehículo implica la imposibilidad de la contratación y/o renovación de un seguro a todo riesgo, o la aplicación de franquicias altas.
  • Las abolladuras no reparadas de inmediato pueden generar y/o ocultar puntos de corrosión por daños a la pintura con la consiguiente caída en su valor residual.
  • Al afectar la imagen del vehículo, las abolladuras afectan considerablemente la imagen del propietario o de la empresa que lo utiliza comercialmente.

Durante años, la única manera de solucionar el problema de las abolladuras era rellenar con masillas el espacio o la marca en la chapa y luego repintar todo el panel. El vehículo ya no tenía su pintura original y el arreglo artesanal realizado tenía fecha de caducidad, pues al cabo de un tiempo, la acción de los elementos terminaba afectando la masilla endurecida cuarteándola y agrietándola, sobre todo en zonas de clima cálido. Al momento de la reventa, por otra parte, se notaba el impacto en el precio, pues el hecho de que un vehículo no tuviera su pintura original se presentaba como la primera señal de que el vehículo en cuestión probablemente había sufrido un choque y tenía daños ocultos.

 

Las técnicas PDR, una solución rápida y eficaz

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En respuesta a esto se desarrollaron las innovadoras técnicas PDR (del inglés Paintless Dent Removal) que permiten eliminar los golpes y abolladuras de la chapa del vehículo, volviéndola a su posición original y dejándola como si el daño nunca hubiera ocurrido. En efecto, las técnicas PDR actúan aplicando fuerzas en forma controlada sobre la chapa para devolverle su perfil original sin afectar la pintura original en lo más mínimo, de modo que al observar el resultado es imposible detectar daños o defectos: el vehículo se ve exactamente como se veía antes de que ocurriera el daño.

Las técnicas PDR no utilizan ni masillas ni pinturas que puedan afectar la valoración del vehículo. El coche conserva su pintura original y con ella las garantías oficiales del fabricante. El proceso no implica ningún daño ambiental y es totalmente ecológico.

 

 

Tres técnicas, el mejor resultado

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Para lograr el objetivo de devolver la chapa del vehículo a su posición original sin afectar la pintura, actualmente se utilizan tres técnicas alternativas y complementarias:

Varillas

En este caso la fuerza es aplicada por medio de varillas de acero, que actúan como palancas que ejercen presión sobre la chapa desde el interior hacia el exterior. El técnico PDR utiliza las varillas para ir empujando suavemente cada abolladura hasta hacerla desaparecer por completo. El uso de las varillas se complementa con lámparas especiales que permiten detectar hasta las abolladuras más pequeñas y muestran claramente los movimientos de la chapa.

En los últimos tiempos, la variedad de varillas que se utilizan en PDR se ha multiplicado considerablemente, pues hay varillas de distintas longitudes y diseños adaptadas para cada tarea. Hay varillas de gran longitud y rigidez como las que se utilizan para trabajar en los techos de vehículos grandes y furgonetas, y hay varillas muy pequeñas y flexibles como las que se utilizan para reparar daños leves en los capós. Hay varillas rectas, curvas, en ángulo, planas, plegables. Cada una de ellas está adaptada específicamente para reparar un sector determinado de la chapa del vehículo, incluyendo puertas, montantes, aletas, laterales y maleteros.

Adhesivos termofusibles

Los adhesivos termofusibles se utilizan para adherir tacos plásticos a la chapa y tirar de ellos, ejerciendo sobre la chapa una fuerza que replica la acción de las varillas, desplazándola desde el interior hacia el exterior. Los adhesivos utilizados se desprenden fácilmente al aplicarles alcohol, sin dejar ningún rastro. El uso de adhesivos termofusibles es totalmente complementario al uso de varillas, pues si bien no es tan rápido como estas últimas, se torna imprescindible en los casos en que no hay manera de acceder con las varillas al área afectada, como por ejemplo en el caso de los montantes, que son completamente cerrados. El uso de adhesivos termofusibles tiene la ventaja, por otra parte, de que al ejercer su acción exclusivamente desde el exterior, no requieren ninguna clase de desmontaje o preparación del vehículo.

Esta técnica se complementa con el uso de martillos especializados, que se usan para terminar de emparejar la superficie de la chapa y para reparar las abolladuras positivas (aquellas en la que la abolladura sobresale hacia el exterior).

Acción térmica por inducción magnética

En los últimos años se ha comenzado a utilizar dispositivos que ejercen diversos efectos térmicos sobre la chapa por medio de la inducción magnética. Esta técnica surgió originalmente como una solución para los casos en que la chapa mostraba un debilitamiento ante un impacto muy fuerte, que de alguna manera había estirado el metal. En estos casos, la chapa era regresada a su posición original usando las varillas, pero el resultado no era perfecto, pues la chapa debilitada mostraba una tendencia a sobresalir o hundirse ante el menor contacto. La experimentación finalmente reveló la manera de resolver el problema: la aplicación de inducción magnética directamente en el lugar afectado elevaba la temperatura de la chapa debilitada de modo que, al enfriarse, la chapa recuperaba su rigidez anterior.

Con el tiempo, esta técnica se fue perfeccionando y se han desarrollado dispositivos que aplican la inducción magnética en forma muy controlada y eficiente, haciendo que la chapa alcance la temperatura justa. El efecto se completa al enfriar la chapa con gases refrigerantes.

Actualmente se está experimentando con equipos de inducción que actúan eliminando directamente las abolladuras, contrayendo y expandiendo la chapa según sea necesario.

 

El factor tiempo

La reparación tradicional con masillas y repintados requerían un promedio de 5 días de trabajo en los talleres, días que fácilmente podían convertirse en semanas cuando se trataba de daños un poco más extensos, como los ocasionados por granizo. Era preciso lijar, enmasillar, pintar, secar y pulir el vehículo, y cada uno de esos pasos demandaba tiempo.

En este sentido las técnicas PDR ofrecen un gran contraste: Un técnico PDR acreditado puede reparar un vehículo con daños considerables (1.000 impactos) en un plazo de menos de 24 horas. Esa notable reducción en los tiempos de reparación se traduce en ventajas logísticas y económicas para todos los participantes en el proceso, concesionarios, talleres, aseguradoras, pero fundamentalmente se refleja en lo más importante: la satisfacción del cliente final.