Conducción autónoma: ¿en qué punto estamos?

Ya hace más de tres décadas que Ernst Dickmanns probó con éxito un sistema de conducción autónoma de vehículos. A día de hoy, los automóviles incorporan numerosas ayudas semiautomáticas y las marcas punteras trabajan en dirección al coche totalmente autónomo. Al mismo tiempo se van planteando los efectos que, especialmente en el campo legislativo, tendría su uso generalizado. Pero desde el punto de vista tecnológico, el coche autónomo ya no es, en absoluto, un ensueño futurista. Aún con problemas pendientes de resolución, se trata de un rotundo y real presente.

Los pros y las contras de los vehículos de conducción autónoma

El uso masivo de vehículos autónomos eliminaría el factor causante de más del 90 % de los accidentes de tráfico: el error humano. Por otra parte, las emisiones contaminantes se verían reducidas, y tanto las personas mayores como aquellas que no se encuentran cómodas conduciendo podrían disponer de un automóvil seguro. Parece poco dudoso que la circulación ganaría en orden, seguridad, fluidez y economía.

En la parte negativa, se abren complejos interrogantes acerca de la respuesta normativa adecuada frente a los accidentes ocurridos sin intervención humana. Tampoco hay que olvidar la importante pérdida de puestos de trabajo en el sector del transporte que conllevaría el proceso, ni, desde luego, los riesgos que van aparejados al desarrollo de esta tecnología. Es bien conocido el accidente mortal que un Uber de conducción autónoma causó en los Estados Unidos en 2018.

Los seis niveles de conducción autónoma

Autonomous vehicles levels

Los grados de autonomía de los sistemas automatizados de conducción han sido delimitados, del 0 al 5, por la Sociedad de Ingenieros de la Automoción (SAE).

En el nivel 0 están aquellos dispositivos que prestan asistencia al conductor en ciertos aspectos concretos que no afectan al control lateral o longitudinal del vehículo. Es el conductor quien, en cualquier caso, debe ocuparse de todas las tareas de la conducción.

En el 1 se encuentran los automóviles que sí asisten en el control lateral o el longitudinal, pero no en los dos simultáneamente.

El nivel 2 corresponde a los coches con asistentes a la conducción en ambos tipos de movimiento, aunque el encargado de responder a cualquier clase de obstáculo sigue siendo el conductor.

En el nivel 3, la conducción del vehículo está casi totalmente automatizada. El sistema es capaz de desempeñar, con ciertas limitaciones, las tareas del conductor, que debe permanecer alerta por si se requiere su intervención.

El nivel 4 se reserva a los vehículos que, además de ofrecer una conducción autónoma dentro de su ámbito de funcionamiento, están preparados para actuar ante un imprevisto y llevar a cabo una acción que minimice el riesgo. El conductor, al contrario que en el nivel 3, no ha de supervisar constantemente la marcha.

En el nivel 5, el vehículo ya no tiene limitaciones geográficas ni climatológicas. Puede guiarse por sí solo y no es necesaria la presencia de conductor. Se trata de un automóvil completamente autónomo.

¿Qué tecnologías intervienen en la conducción autónoma?

Autonomous vehicles levels

Para que un sistema de conducción autónoma pueda funcionar son necesarios diversos subsistemas y dispositivos. El de posicionamiento por satélite es complementado por el sistema de navegación inercial, que aporta una mayor precisión. Y sensores de diferentes tipos, como los ultrasónicos y los LIDAR (que alcanzan distancias mucho mayores), permiten, junto a las cámaras y el radar, detectar objetos y elementos en el entorno del vehículo. Todo ello se debe integrar con una cartografía de alta definición.

Además, para analizar y elegir el comportamiento del automóvil en función de todos esos datos, se hace imprescindible un software sólido que tome decisiones correctas y seguras. Es un aspecto que los fabricantes señalan como el más complejo de todos.

Novedades de las marcas sobre conducción autónoma

En 2019, la política de las firmas punteras en investigación de coches autónomos ha experimentado un cierto giro a consecuencia del atropello mortal del año anterior. La seguridad se ha vuelto prioritaria y el marketing efectista y altisonante se ha atenuado en buena medida.

Toyota ha presentado su prototipo LQ Concept, con un asistente de inteligencia artificial. Waymo, por su parte, ha anunciado que sus taxis autónomos, que funcionan en áreas limitadas, pronto podrán prescindir del conductor de seguridad. Además, el año ha visto el nacimiento de un grupo empresarial del que forman parte gigantes de la automoción: se trata del Autonomous Vehicle Computing Consortium (o AVCC) y su objetivo se centra en impulsar el desarrollo de los vehículos autónomos.

Bosch IoT Shuttle

En el pasado Salón del Automóvil de Frankfurt, Bosch mostró sus novedades en vehículos eléctricos y de conducción autónoma. La firma ha destacado que su sistema de aparcamiento autónomo es la primera función de ese tipo de nivel 4 aprobada y disponible para su empleo en los vehículos. Por otro lado, el IoT Shuttle se ha presentado como vehículo eléctrico del nivel 5, es decir, completamente autónomo. Está concebido como un servicio de movilidad compartida, cuyos pasajeros podrán reservar sus plazas a través del teléfono móvil.

Tesla y Volvo

Tesla ha mantenido su discurso optimista. La marca anunció que a mediados de 2020 su sistema de conducción autónoma permitirá que los conductores no tengan que prestar una atención constante a la marcha.

Volvo, por su parte, ha propuesto un camión autónomo capaz de prestar servicio en unas canteras noruegas, transportando piedra día y noche.

Se trata de nuevos pasos hacia un futuro próximo que, sin duda, revolucionará la movilidad tal como ha sido entendida a lo largo del último siglo.