El cambio climático y el aumento de los daños por granizo en vehículos
Hace ya tiempo que existen estudios y evidencias estadísticas suficientes para afirmar la realidad del cambio climático. No se trata de algo que ocurrirá en un futuro, sino de algo que ocurre ahora mismo.
Tampoco ofrece dudas que la meteorología está siendo afectada por el proceso, y, si bien estamos lejos de poder delimitar con precisión en qué medida, un informe de Munich Re indicaba, en 2012, ciertas tendencias que se han ido confirmando los años siguientes:
Frente a la ausencia de variaciones en el comportamiento de terremotos, actividad volcánica, tsunamis y otros sucesos de naturaleza geológica, la repercusión del cambio climático sobre fenómenos hidrometeorológicos como inundaciones o tormentas queda patente observando su evolución desde el año 1980:
Una primera conclusión apuntaría que las compañías de seguros se ven necesariamente afectadas por esta tendencia, que aumenta los riesgos de daños por causas meteorológicas y, más concretamente, los estragos producidos por el granizo en los vehículos.
Por qué el cambio climático eleva el riesgo de daños por granizo en los automóviles
Explicado de forma básica, el granizo es un fenómeno atmosférico que tiene lugar en el interior de los cumulonimbos, principales responsables de las tormentas eléctricas. Las corrientes internas existentes en estas nubes hacen ascender las gotas de agua hasta alturas en que la temperatura es lo bastante baja para congelarlas; a partir de cierto tamaño, su peso las hace caer a la tierra y causar daños más o menos severos según el calibre que hayan alcanzado.
El citado estudio de Munich Re incluye, como otros muchos, datos acerca del calentamiento global y su incidencia en las diferentes partes del globo:
Una de las consecuencias de ese crecimiento de las temperaturas es la elevación de la cota a la que se produce la congelación de las gotas, lo que, en principio, no constituiría un factor favorable a la aparición del granizo. Sin embargo, el calentamiento también introduce más energía en el sistema y provoca una evaporación más intensa que aporta mayor cantidad de vapor de agua a la atmósfera, y todo ello sí facilita la formación de tormentas eléctricas y pedrisco.
Las conclusiones más recientes: tormentas más severas y granizo de mayor calibre
Los últimos trabajos sobre el tema, como el publicado en Nature Climate Change en 2017, han ido algo más allá al estudiar el comportamiento del granizo a las temperaturas que previsiblemente traerán los próximos años. Se trata de una línea que apunta más a la intensidad que a la frecuencia, y señala una tendencia a que las tormentas sobre Norteamérica, territorio particularmente afectado por el fenómeno, disminuyan algo su asiduidad, aumentando notablemente el calibre del granizo y, en consecuencia, los daños potenciales para los automóviles.
Parece haber, en cualquier caso, consenso en que los siniestros provocados por las tormentas de granizo y las enormes cantidades que suponen en reparación de carrocerías van a incrementarse por efecto del cambio climático. El riesgo material y económico, ya muy notable en ciertas áreas geográficas, va a crecer, y será necesario actuar al respecto.
Evidentemente, un factor determinante para que las abolladuras en un vehículo sean de mayor o menor severidad es el calibre del granizo, tal como ilustra la imagen siguiente:
El proceso ambiental en que nos hallamos parece llevar al aumento de ese calibre a corto y medio plazo. Ante la abundancia de pruebas, estudios y conclusiones de los profesionales en meteorología, y ante las demoledoras cifras de perjuicios materiales y económicos producidos por el fenómeno año tras año, no solo resulta prudente que las redes de talleres de reparación y las compañías aseguradoras se preparen para hacer frente a ese incremento; resulta, simplemente, indispensable.
Contar con un partner de garantías en el sector de la automoción como Lever Touch, formado por profesionales de la más alta cualificación y especializado en siniestros ocasionados por el granizo, asegura una respuesta eficaz ante la imprevisibilidad del factor meteorológico y permite encarar el futuro con la certeza de estar adecuadamente preparados.
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